A la puta que se llevó mis poemasAlgunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡Por Dios!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero? Usualmente
lo sacan de los dormidos y borrachos pantalones enfermos en el rincón
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de cincuenta,
pero mis poemas no.
No soy Shakespeare
pero puede que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros;
Siempre habrá dinero, putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
«veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía.»
C. Bukowsky
Corta reseña biográfica
Nació en Andernach, en Alemania, en 1920. Lo trasladaron a los dos años a Los Angeles, donde residió siempre. Su infancia estuvo marcada por un entorno familiar acosado por la violencia, el paro y el enrarecido ambiente patriótico norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. También estuvo marcada por la infección de acné en la piel, que le dejó marcas en la cara, y por su afición al boxeo y a las bibliotecas. Durante muchos años sobrevivió en la jungla urbana, entre empleos episódicos, peleas y borracheras sin destino.
Empezó a escribir cuentos muy joven pero, tras un primer relato publicado por una revista en 1944, abandonó la literatura por un espacio de diez años, en los que sentó los cimientos de su leyenda alcohólica. Empezó a publicar poesías y relatos cortos en revistas underground, hasta que a los 49 años, después de haber trabajado los últimos 20 en el servicio de correos (como repartidor), dejó el trabajo y se dedicó sólo a escribir, su fruto fue Cartero (1970), su primera novela. A ésta seguirían otras cinco, todas protagonizadas por Henry «Hank» Chinaski, alter ego del propio Bukowski.
El éxito lo convirtió en escritor de culto y poco a poco su popularidad se extendió más allá del nuevo continente. Las lecturas de poesía y esporádicos viajes (uno de ellos a Europa, visitando su pueblo natal y reencontrándose con familiares lejanos) convirtieron sus últimos años de vida en una constante lucha contra la comodidad y el aburguesamiento, y fruto de ello publicó Peleando a la Contra, un auténtico testamento oficial y la auténtica biografía de Charles Bukowski.
La obra de Bukowski
Sus primeras obras se publicaron en la década de 1960 en editoriales y revistas underground; a esta época pertenecen colecciones de poemas como «Crucifijo en una mano muerta» (1965) o la que para muchos es su mejor obra en verso, «Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas» (1969). La poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalísimo y pleno de humor ácido y desencantado. Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, más sobria, como en «El amor es un perro del infierno» (1974) o «La última noche de la tierra» (1992). Bukowski escribió más de treinta poemarios, que le han acreditado como gran poeta; sin embargo, pocos de sus poemas se han traducido al español.
Su primera novela, «Cartero» (1970), le permitió abandonar la oficina de correos en la que trabajaba. A ésta seguirían otras cinco, todas protagonizadas por Henry Hank Chinaski, alter ego del propio Bukowski, entre las que cabe destacar «La senda del perdedor» (1982). Los cuentos de Bukowski están reunidos en varios volúmenes. El más conocido, «Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones» (1972), recoge relatos aparecidos en varias revistas underground. La prosa de Bukowski es, si cabe, más autobiográfica, en un 90% según el propio autor, que su poesía, y es la que le ha dado fama entre los lectores de habla hispana; todas sus obras en prosa están publicadas en español. El alcohol, el sexo, la soledad y los aspectos más absurdos y sórdidos de nuestra civilización ocupan un lugar de honor en la obra de Bukowski, que siempre evitó los ambientes literarios; prefería los bares y las habitaciones lúgubres.