2 de enero de 2025

Raices Humanas

Cultura y Acción Ciudadana

Efimeras

Los pequeños insectos llamados efímeras se aparean sobre el río Tizsa a finales de septiembre de cada año. No tendría nada de especial, de no ser porque solo viven 3 horas. Lo mismo que  me demoro en despertar, afeitarme, calentar la tetera, una hora en micro y llegar a la pega. ¿Qué haría si tuviera solo tres horas?. ¿Qué otra cosa importaría si me quedara media mañana?

Su breve y lasciva vida solo deja espacio para montarse, frenéticos y obsesivos sobre las hembras. Veinte machos a una. Verdaderas máquinas reproductoras, las efímeras no ofrecen ni seductores cortejos, ni coloridos plumajes, ni aromáticas flores, ni mira que bonito escribo, ni mira la ropa que uso, ni mira que soy diferente.

No hay símbolos lisonjeros, adulaciones romanticonas, ni simulaciones excéntricas como en los humanos. No hay sagrados versos recitados a los ojos que alucinan con tocar la gracia original, ni el supramundo que sería “estar contigo”.

Aquí se trata de la máxima expresión de los instintos y las pasiones. Chao las cortesías y las figuraciones poseras. Es la severa y lacerante expresión del cuerpo sobre otro. Las efímeras no metaforizan, ni tratan de ser lo que no son. Su axioma es lanzarse a la hembra antes de morir.

No se encuentran víctimas de una ficción metafísica o se persiguen con alguna maquinación perversa de un ser superior. Tampoco del mezquino azar. No creen en ángeles salvadores, ni en moradas celestiales. Los llantos perpetuos por su corta pasada por la tierra pertenecen a otra especie. A ellos no. No tienen tiempo de ser soñadores, ni melancólicos, ni víctimas de la injusticia de la vida

Están prestos para hacer frente a lo más difícil. Son fuertes sanos y vigorosos. Miran el cielo con la mirada más diáfana, los pensamientos más poderosos y alcanzan a las mujeres más hermosas.

La encrucijada de la muerte abrupta al otro lado del río, es de las historias más horribles del planeta. Y ninguna se deprime caprichosa. Miles se suicidan como carnada para los peces mientras el resto embistan a las hembras. Una condición  que no alcanza para libertad, ni para crear dioses, ni para una mera redención solitaria. Solo se respira violencia –forzada, ansiedad y competencia feroz.

Solo tres horas, que además les evita la pavorosa experiencia de la conviviencia social, el fastidio de vincularse con otros, el desencanto y el miedo, los conflictos egosintónicos, las castraciones, las leyendas folklóricas, las lateras explicaciones alternativas y las patologías mentales. Simplemente no tiene que elegir. Ellos actuan. Porque no creen en promesas.